martes, 1 de junio de 2010

Dado…

un problema de salud de mi hermano, que es quien llevaba a su niño al colegio, tuve que suplirlo en tal compleja tarea. Por lo tanto, durante dos semanas tuve que llevar al pequeñuelo a su Jardín de Infantes, parvulario o como quieran llamarlo. Fueron diez los días que lo pasé a buscar por su casa. A continuación, algunas célebres escenas entre Agustín -de 3 años- y su tío Pablo, de 36 abriles (muy bien llevados, por cierto) en esas duras jornadas. ¿ Hora ? entre las 7 y 7.15 de la mañana. ¿ Estado de ambos ? bastante dormidos.

I

Como a la mañana me levanto de buen humor, suelo cantar. Venimos caminando y yo canto Você abusou, tirou partido de mim, abusou…-
- ¡ Basta !
- Eh… ¿ por qué no puedo cantar ?
- Porque yo no sabo esa canción -dice encogiéndose de hombros.

II

Viajamos en el colectivo (autobús) y estoy mascando chicle.
- No comas chicle, Pablo
- ¿ Por qué ?
- Porque el chofer te va a retar.

III

La maestra le puso una nota en el cuaderno porque se anduvo peleando con algunos de sus compañeritos pero sobre todo porque cuando ella lo reprendió, él le contestó:
- ¡ Vos, a mí no me mandás !

IV

Trabajamos: sus abuelos, sus padres y claro, yo -el tío psicólogo- sobre este tema. La cuestión fue mejorando. Pero claro, un día de éstos, llega a la casa de sus abuelos y lo primero que dice es:
- ¡ Yo no le pegué a nadie, no le pegué a nadie !
Y luego se puso a jugar, olvidándose del tema. El pícaro abuelo Miguel, aprovechando la ocasión, lo toma distraído y le pregunta:
- Agustín ¿ lloró el nene al que le pegaste ?
- No, no lloró.

V

La abuela Lidia lo va a retirar al Jardín. Al salir, dice sonriendo pero con vergüenza:
- Hoy me porté un poquito mal.
Pero luego, con los ojitos ya humedecidos y al borde del llanto, agregó:
- Y la Seño (docente) no me dio ni alfajor, ni barrita de cereal, ni chocolate.
Entonces la abuela -que algo sabe- le respondió:
- No te preocupes, mi amor. Yo te voy a dar bombones, que tengo en casa.

A veces -aunque no te lo merezcas- que te consientan un poco, no está nada mal ¿ verdad ?

VI

Estamos en la casa de los abuelos. Tenemos que ir al Jardín. Se hace tarde (se me hace tarde). Se lo digo e intento ponerle su guardapolvo. Sale corriendo. Yo atrás. No quiere. Además me dice:
- ¡ No quiero ir a la escuela !

Me pongo nervioso, le llamo la atención. Se pone caprichoso, esconde los brazos. Enfurecido, le espeto:
- ¡ Agustín ! ¡ Apurate ! ¡ Por tu culpa, voy a llegar tarde al trabajo ! ¡¡ Basta !!
- ¡ Está bien, pero no me grites !


Es un niño y es lógico que no entienda que no estoy jugando y que no comprenda la dinámica laboral del mundo adulto. Y que si me dejo llevar por sus caprichos y llego tarde a mi trabajo se puede generar las complicaciones que todos conocemos. Y que finalmente también son importantes los límites. Pero también es cierto, que el hecho de que sea un niño, no significa que no tenga sensibilidad y que un grito puede lastimarlo tanto o más que un golpe. Que uno deber ser firme en lo que hace y dice, pero no por eso dejar de ser dulce o amable, según la ocasión.

Lo bueno de esta vida, es que uno aprende cosas todos los días. Lo malo, es el costo que tienen.

lunes, 1 de febrero de 2010

Historia de un llamado


Hace varios años, en Skopie, una ciudad de la antigua Yugoslavia, nació una niña llamada Agnes (en español: Inés). Pertenecía a una familia de clase media y era la menor de tres hermanos. Como todos los niños de su edad iba a la escuela. Quizás, después de clases se juntaría a jugar con sus amigos y ayudaría a su madre en las tareas de la casa. Yo diría que tenía una vida bastante normal. Pero (siempre existen los peros) la vida le tenía preparada algunas sorpresas. La primera, fue cuando tan sólo tenía ocho años y fue la repentina muerte de su padre. Cuando los golpes aparecen, así de improviso, suelen doler mucho más. Y aunque esta situación dejó a la familia en una gran estrechez financiera, la madre crió a sus hijos con firmeza, amor y fe. Y años después, esta educación daría sus frutos.
La segunda, fue a la edad de los doce años y yo la catalogaría como muy interesante. Sintió que Dios la llamaba para ser religiosa. No hubo apariciones, ni visiones o algo sobrenatural. Sólo eso, un fuerte llamado dentro de su pecho, dentro de su corazón. Como muchas veces nos pasa en la vida con otras cosas.

Así, cuando terminó el secundario a los 18 años entró en una Congregación (Hermanas de Loreto, en Irlanda) para seguir ese llamado que había escuchado hace 6 años (hay personas que son fieles a los llamados). Y poco tiempo después de consagrarse, la enviaron a la India. Allí trabajó como docente varios años. Y estaba feliz con la vida que llevaba. Era lo que quería ¿ no ? Ser religiosa, enseñar (que es también una forma de servir), estar comprometida con Dios a través de una actividad determinada. Pero sentía que a su vida le faltaba algo, que estaba incompleta. Y la respuesta a esa inquietud llegó como había llegado la primera vez: con otro llamado. Un día viajando en tren, Jesús la volvía a convocar otra vez: tenía que ayudar a los pobres, pero (y aunque parezca irónico) no a cualquier tipo de pobre, sino a los más pobres de entre los pobres. Ese era el pedido concreto, ese era el desafío.

Entonces se encontró con un problema. Sí, la convocatoria era clara: ayudar a los pobres pero lo que no estaba claro era: ¿ cómo hacer ? ¿ por donde y cuando empezar ? ¿ debía buscar ayuda, hacerlo sola ? ¿ por qué las cosas no son claras cuando sería bueno que lo sean ? Y sin ninguna formación (sólo haciendo un curso básico de atención sanitaria) y sin esperar la ayuda de nadie, salvo de la de Dios, claro, se mandó. Y de a poco todo empezó a funcionar. Y aunque cada vez eran más los pobres que llegaban, era también cada vez más la gente que se acercaba a ayudar. Entonces ella, que desde que se había consagrado ya no se llamaba más Agnes, sino Teresa, empezó a ser conocida por todos como la Madre Teresa de Calcuta. Tenía 37 años y estaba revolucionando el mundo.

No había pasado por la universidad, no había hecho maestrías ni doctorados. Sólo era una religiosa que medía un metro y medio, que no era particularmente hermosa (pero yo sé de muchas mujeres hermosas que darían lo que fuera para ser la mitad de lo que fue ella) y que sin embargo, tuvo el valor para responder a una vocación, a la voz de un Dios, que habla en el silencio. Tal vez ese mismo Dios que también puede llamar a cualquiera de nosotros, sin apariciones extraordinarias, pero sí para hacer cosas extraordinarias. ¿ Será que tal vez no lo escuchamos ? Porque Dios es así: te convoca y no pregunta, te prueba y no te pide permiso.

Murió en 1997, pero su obra hoy trasciende todo lo previsto por ella. En la actualidad hay más de 600 casas, en más de 100 países, con 4000 religiosas y más de tres millones de colaboradores en todo el mundo en donde se atienden a pobres, enfermos de SIDA, leprosos y cualquier clase de persona que necesite ayuda sin importar raza, sexo, edad o religión. Inclusive hace más de 20 años hay varios hogares funcionando en la Argentina.

El 26 de agosto de este año se cumplirá el centenario de su nacimiento. Ese día pasará sin pena ni gloria para el mundo que -sabemos con certeza- le interesa otras cosas. Pero yo sabré que hace 100 años, en un lugar no muy lejos de aquí (el mundo es un lugar tan pequeño…) todo empezó con una niña que siguió un llamado. Sólo un llamado.

viernes, 1 de enero de 2010

Felice anno nuovo e buona fortuna !

Tengo un amigo. Se llama Eduardo y vive en Miami. Hace un par de años estuvo por aquí visitando familia y amigos. Fuimos a comer unas pizzas y me contó lo siguiente: que los cubanos radicados allí tienen una expresión:
- ¡¡ Siempre pa´lante !! ¿ Atrás ? ni pa´coger impulso !!

Sí, sí… esa es la actitud, damas y caballeros !!
Para este 2010 (que numeritos, eh… fácil de recordar, imposible de olvidar) esta debe ser la frase-timón !


Bonus Track

Ayer -naturalmente- estuve jugando con mi sobrinito toda la noche. Me tuvo de aquí para allá: bailamos, jugamos, vimos Piñon Fijo en la computadora. No pude comer, no pude sentarme, no pude tomar ni un trago (los niñeros no beben cuando trabajan ;-). En un momento, empezó a intentar hacer “la vertical” (destreza que consiste en “pararse” sobre las manos). Como no le salía, yo intenté mostrarle como “se hacía” (fui pobre pero digno). Él lo hizo, lo tomé de las piernas, en fin… nos reímos mucho. A unos metros, estaba mi padre sentado (78 años):
- Dale, abuelo, ahora a vos.
- No, Agustín, no puedo.
- ¡ Dale abuelo ! ¡ No seas tímido !