jueves, 28 de agosto de 2008

Arrancando secretos a lo real I

Llega un punto
en que uno
tiene que convertirse
en un héroe:

arriesgarse

animarse a dejar lo seguro

jugarse sin importar lo que suceda

dejar la mujer que no se ama e ir en busca de la que sí se ama

deshacerte de las ideas que no te sirven pero que conservás por miedo al cambio

desprenderse del resultado: vivenciar el proceso

enfrentar el destino
no tener miedo a equivocarse
aceptar el error como lo que realmente es:
una experiencia
un aprendizaje

ser honestos
ser como dioses
o ángeles
o espíritus
o bestias

gritar
gritar
como un loco
desaforado
desquiciado
hasta
de-fi-ni-ti-va-men-te-per-der-el-con-trol
y convertirte
en lo que siempre
sentías que
ser debiste: __________________

jueves, 14 de agosto de 2008

Me gusta la gente -Parte I-

Me gusta estar con la gente.
Me gusta la sinergia que se genera cuando uno está en medio de tantas personas.

Sin embargo, no me gusta cuando hay demasiada gente.

Me gusta, por ejemplo, viajar con ellos en el colectivo. A veces paso largo rato observándolos. Y me siento como ese ángel de las Alas del Deseo. Me gustaría saber en que estarán pensando. Qué es de sus vidas ¿ Alguien los esperará al regresar a casa ?

Ese muchacho parece algo triste. Tiene cara de preocupado: ¿ lo habrá dejado su novia ? ¿ lo estarán por echar de su trabajo ? o simplemente ¿ estará medio cansado ?

Aquella damita parece contenta: ¿ la invitó a salir el hombre con el que tanto soñó ? ¿ aprobó ese examen para el que tanto estudió o sencillamente el día está hermoso y lo está disfrutando ?

Cada ser humano, un universo. Ya lo decían los griegos hace cientos de años y todavía sigue vigente: el hombre es un micro-cosmos.

Me gustan las personas. Me gusta sentir sus pulsos. Saberlos vivos. Básicamente, me gusta la vida.

Así es mi gente. Yo los conozco. Y ellos a mí. Los hay de todas las clases. Buenos, simples, amables, infieles, envidiosos, traidores, soñadores, codiciosos, amargos, nobles, optimistas, pesimistas, vengativos. De todo un poco, como en botica.

Me gusta verlos caminar por la calle, discutiendo, hablando, amando... con sus miserables o maravillosas existencias a cuesta.
O también verlos tomándose un cafecito y saber de que estarán charlando. Tú me dirás que soy un vulgar curioso y yo te digo que no, pues como dice el poema el querer saber de alguien no es sólo curiosidad malsana. A veces es, simplemente saber, para confirmar una vez más, que a todos nos pasan las mismas cosas, que todos somos seres humanos y que en algún un punto todos somos semejantes.

Sin embargo, por momentos, me preocupo: ¿ por qué los veo -en general- tan preocupados, tan tensos ? ¿ y tan pocas veces felices ? ¿ quién nos ha robado la felicidad ? ¿ en qué clase de bestias nos hemos convertidos ? ¿ en qué clase de bestias nos han convertido ?

Recuperaremos la sonrisa y con ella la esperanza.